Venta

Héctor salió de la estancia lentamente... tan lento que el tiempo lo acariciaba. No podía más, tanto sufrimiento... Él lo sabía, sabía que tenía que hacer algo, cambiar los hechos mediante actos, cambiar el curso de su vida. Pero cómo?
Herido psicológicamente volvió a pasearse por las estrechas calles, caminando rápidamente entre oscuridad nocturna y sumergido en la música de la noche.
Caminó durante horas, dos concretamente, pero su cara estaba tan demacrada por los sucesos que su rostro habría envejecido 3 años como mínimo. Cansado se sentó, y poco fue el tiempo que le llevó a rendirse a morfeo.
Dormiría, pero no por mucho tiempo.
Una cálida mano se paseó por su rostro rescatándolo de su sueño, confuso vió a una muchacha más o menos de su edad, a su parecer, con una tez blanca y unos ojos almendrados con un tono térreo, vestida de blanco.
-Quie...?- Intentó en vano pronunciar una pregunta cuando la joven le detuvo tapándole la boca con su pequeña mano.
-Shhh...
Héctor estaba confuso, todo lo sucedido en la noche anterior se le asemejaba irreal, además de estar medio dormido (y tener a una muchacha a tan escasos centímetros no ayudaba).
-En la inacción no nos cabe esperar nada, no te acuerdas? muévete, que estas helado!
-Ah- Fue lo único de lo que fue capaz de decir, mientras se levantaba rápidamente.
-Bien, entonces vamos!
-A donde?- Pregunto tímidamente.
-No vienes aquí por el trabajo?!
-Ehm...pues no....
-Vaya! Y yo que pense que por fin tendría un compañero de mi edad en este trabajo...-Sollozó ella.
-Oh...Pues...Bueno...Podria ayudarte hoy, no tengo mucho que hacer- Dijo, intentando borrar esa expresión de la muchacha.
-Vale! Pues el recado de hoy es vender felicidad!
-Espe....QUE?!
Continuará (supongo)