Encuentro.

Te busqué, y con el paso del tiempo te hallé,
con otra vuelta en el manillar del tiempo
y tal vez un poco de empeño salvaguardé
nuestra distancia.
Estamos cerca,
Por fin.






Ha pasado tiempo...
Que sólo han sido varios renglones?
Entonces...




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Aún siento tu mirada en mí,
en aquel entonces recorrías estas lineas
éstas? O tal vez las de arriba?
Ya no me perteneces
Nunca?
Te he perdido.






Hola, en cuestión de minutos.
Adiós en cuestión de segundos.
He aprendido a vivir sin ti,
A anhelar otras.

Pero...
Ese espacio entre el Hola y el Adiós,
Ese mismo intre....

...Es lo que importa.



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Te busqué, te encontré, te tuve y te perdí.
Realmente te perdí?

Silencios Ensordecedores.

Yo solía escribir, solía escribir sentado delante del ordenador, tal como estoy haciendo ahora: Tecleando sin sentido y dejando que la mente tomara posesión de mis dos pequeñas manos obreras que siempre han estado ahí para pulsar la tecla errónea.
Hoy, una vez más, escribo, pensando sin pensar lo que escribo, callando lo que no digo, cantando con las teclas del sonido, envuelto en un silencio, en un silencio sordo.
Sentado solo en mi habitación, en un compartimento rectangular, provisto de algunas ventanas para dejar escapar la agonía del ser independiente... No, me equivoco...del ser solitario.
Por qué? Nadie repara en ello.
El murmullo de las teclas es estéreo, un sonido que circula por la estancia lentamente e impecable, y deja tras de sí un silencio ensordecedor, ese mismo silencio que me acompaña todas las noches.
Y ese silencio ensordecedor se volverá un amigo que sustituirá el barullo de la gente, el ruido sordo de la ciudad, ofreciéndote calma y tranquillidad.
Ven, sientate conmigo y escucha: Es el silencio ensordecedor.